lunes, 1 de julio de 2013

Una estrella en la Rioja

Desde el 2010 las bodegas Berberana han comenzado a posicionarse en el mercado y a ocupar un espacio entre la mesa del día a día y momentos especiales, si por una parte se han aprovechado del renombre mítico de la Rioja, por otro lado han sabido desarrollar estrategias y campañas de marketing acordes con los tiempos tecnológicos que vivimos. Url, páginas de de Facebook, concursos a través de sus páginas webs y una inquietud por llegar más lejos, han llamado mi atención.

Haciendo una de  mis caerías de vinos por los supermercados encontré un Barberana que no sobrepasa, entre una y otras superficies los 3 euros. Lo más interesante de este vino era que en su presentación estaba la marca del Chef Víctor Gutierrez cuyo restaurante cuenta con una estrella Michelin. Aunque el diseño es abigarrado y hay cierto caos en la estructuración de la información destacaba lo de la estrella y sin pensarlo dos veces compré el vino porque aunque no soy un adorador de las estrellas, alguien que se respete no tira por el suelo su reputación. Tanto desenfado y la juventud del vino me hicieron pensar que me servirían para mi primera barbacoa del verano y crucé los dedos para que cuando lo abriera mi paladar no sufriera, ni se decepcionara.

Preparado el fuego y elegido el material para pasar por la brasa abrí el vino, algo de respiración y un meneo en copa fueron suficientes para que se colaron los intensos aromas a frutos del bosque con ligeros matices de banana, en boca persistente, potente con aires torrefactos que me llamaron mucho la atención. Por lo joven está bastante estructurado logrando alegrar al paladar y haciendo que las carnes y vegetales a la braza realcen sus sabores y se disfruten muy bien. Ese punto de alegría está muy conseguido y es de agradecer por el precio que tiene. Una vez que respira se atempera, pero se mantiene su carácter y estructura lo que lo hacen recomendable para veladas que requieran de un buen menú.

Lo único sobre lo que llamo la atención es sobre el caos comunicativo, esa saturación de información en la etiqueta no es muy producente. Al mezclar la promoción del restaurante con estrella y un concurso para ganar premios, que a nivel práctico no está muy bien logrado ya que al descorchar se pierde el número seriado que hay oculto. Las intenciones de captar público joven y de utilizar estrategias 2.0 son muy encomiables, pero cuando vas a la página los resultados son pobres y eso es la prueba de que no se manejaron bien prioridades y objetivos. Pero de todas maneras este vino joven a base de Tempranillo tiene una estrellas y no una Michelin, sino la buena estrella de haber conseguido que sea una experiencia buena, bonita y barata.